domingo, 13 de marzo de 2011

Dime qué esperas y te diré en quién te has convertido

   Como también ocurre con O mandarim, de Eça de Queiroz, la vida de Pip, el protagonista de Grandes esperanzas, está condicionada por el dinero, mostrando así cómo hace ciento cincuenta lejanos años tantas cosas (la educación, el transporte, las relaciones y un largo etcétera) dependían absolutamente de él. Por supuesto, hoy en día sería impensable una sociedad así, ¿no? 
   Probablemente en esta novela Dickens calculó proyectar algunas verdades universales que nunca aparecen ni por asomo en boca del narrador o de los personajes, sino que constituyen la esencia de la historia:
  • El dinero o la riqueza transforman la vida de una persona, sobre todo sus relaciones sociales y sus ocupaciones.
  • Solo el azar tiene una importancia semejante, que puede ser incluso mayor en lo que se refiere a las decisiones morales, las emociones o los sentimientos.
  • La medida de lo que se considera bueno o aceptable depende de las "expectativas" que se tengan (recuerdo que en inglés se titula Great expectations). Indefectiblemente es un concepto que cambia con el tiempo.
   En cuanto al primer punto, la vida entera de Pip da un vuelco desde que un abogado le informa que un benefactor desconocido le ha destinado su fortuna. Además, la novela está plagada de referencias a las cantidades que se reciben, se prestan o se dan como gratificación, algo que debemos suponer que tenía una gran importancia para el lector en la sociedad inglesa de mediados del s. XIX, pues así podría valorar realmente la posición social de los personajes y la viabilidad de sus proyectos. Seguramente en la actualidad estas referencias no se considerarían esenciales o, incluso, elegantes según qué cánones.
   En cuanto al segundo, uno de los mayores aciertos de Dickens es convertir una pequeña aventura de la infancia, que además está basada en un encuentro fortuito, en la base de gran parte de los sucesos posteriores de la vida de Pip. Y aún lo es más, desde mi punto de vista, porque aparentemente no es así, sino que para el lector es durante mucho tiempo una anécdota cuya función es caracterizar al personaje. Con ella empieza, precisamente, la narración, lo que hace que el simbolismo de este episodio sea mucho mayor.
   En cuanto al tercero, el título y las referencias del propio Pip a sus "esperanzas" o "expectativas" constituyen una manera de orientar la lectura hacia una resolución que en una novela como esta no puede dejar de matizar ese horizonte ni ser previsible.
   También resulta muy interesante, y muy característico del Realismo, que el hecho central de la novela (capítulo 39), además de aportar un par de descubrimientos folletinescos, sostenga un un dilema moral sobre la legitimidad de la riqueza según sea su procedencia y que incluye un importante cambio en los valores del protagonista, que tendrá que tomar decisiones importantes, que desde ciertos puntos de vista pueden perjudicarle, cuando estaba acostumbrado a dejar hacer y dejar pasar.


   Una reflexión final, más allá de cuestiones de estilo: ¿serían válidos en la narrativa actual ciertos rasgos del Realismo decimonónico que he vuelto a disfrutar con complicidad después de un tiempo: la referencia concreta (al dinero, a las calles, los nombres, los detalles), el dilema moral como eje de la evolución del personaje y clave de la novela, el intento de proponer ejemplos a partir de una historia ficticia o de que esta trascienda su dimensión individual?

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