miércoles, 26 de diciembre de 2012

Rituales, tiempo y espiral

   Más allá de cualquier consideración religiosa, supersticiosa o astrológica hay alguna razón que hace de los días finales del año la época más ritualizada de nuestras vidas. Proliferan reuniones, celebraciones, mensajes. Hay, también, alguna obligación a la alegría, el perdón, el desahogo, la generosidad, el dispendio. Se convierten en trending. Y no nos engañemos. Que esto pase no es por Jesús, el Papa, los reyes, el solsticio o El Corte Inglés. Algo de eso hay, evidentemente, pero la tradición absorbe cualquier nuevo elemento que se presente, hasta las uvas de fuera de temporada. 
   Sea como sea, en ningún momento del año tanta gente se dedica exactamente a hacer el mismo tipo de cosas. Y celebran ¿el qué? Lo primero que se supone objeto de una celebración así es que uno está en ella, allí, con el resto. Y no es poco. En el fondo cualquier fiesta tiene un significado parecido, no es más que una especie de aviso o de llamada al infinito: "¡Eh, que estoy (o estamos) aquí todavía!".
   De todo el ritual que rodea los últimos días de diciembre se desprende la idea de que se cierra un círculo y lo que pasó no importa. Que el agobio de las preocupaciones debe suspenderse porque es pasado. Que aún se conserva lo esencialmente importante: la familia, los amigos, los compañeros, los conocidos, el vínculo con el pueblo o el barrio donde uno se crió. Que vendrá algo nuevo que no será seguramente demasiado distinto pero en lo que se puede confiar. Una cursilada, vamos. Ñoñerías. 
   Pero de alguna manera estas sensaciones no resultan tan falsas como pudieran parecer. Es cierto que se finge para quedar bien, para no romper con las formas o mantener relaciones o contentar a terceros o por puro interés. Sin embargo, el ritual exige un esfuerzo por sentirse verdaderamente así: un poco en paz con el pasado, un tanto condescendiente, simpático y biempensante por obligación. Porque, al fin y al cabo (del año, del ciclo), ha de demostrarse que algo valió y/o valdrá la pena.
   Cierto instinto animal de conservación debe andar detrás de este comportamiento. La repetición nos salva, como al resto de bichos a los que tanto nos parecemos. Si concibiéramos el tiempo (y la vida) como una simple línea recta todo se haría más difícil. No habría regresos ni vueltas. Solo una huida hacia adelante que a cada paso supondría renunciar a todo lo anterior.
   Volver, sin embargo, da una gran seguridad. Perdidos en un mundo gigantesco cuyo tiempo es inconmensurable, la vuelta (del frío o del calor, de la oscuridad o de la luz, de la nieve o la lluvia, de los pájaros; la vuelta a cierto lugar, a estar con alguien) es un asidero irrenunciable. La repetición del ritual nos proporciona un sitio, un punto en el ciclo, que, más que un círculo, resulta una espiral. Pasamos prácticamente por lo mismo, pero un año después. Somos prácticamente los mismos, pero algo ha cambiado. Y, según la perspectiva que se nos ofrece desde aquí, somos capaces de percibirlo. Siempre desde el siguiente giro.
   De otro modo, si el tiempo fuera el trazo de una flecha, el pasado carecería de importancia, no habría referencias ni razones. Así que los rituales repetidos resultan imprescindibles. Quizá sea una esclavitud necesaria para elaborar un mapa reconocible de la vida y, solo entonces, creer que se comprende algo. Aunque sea frágil, tanto como un globo con cristales dentro, que, lo sabemos, va a estallar más tarde o más temprano.
   Y cuando a alguien le ocurre suena así:


martes, 13 de noviembre de 2012

No contéis conmigo

Aviso: mañana no contéis conmigo. No iré al trabajo, no daré mis clases y, por supuesto, no quedaré como un estúpido poniendo películas al tuntún a un grupo pequeñísimo de niños a los que sus padres han obligado a ir y que apenas se enteraron de qué pasaba en la calle vacía. No caeré tan bajo por 80 euros. Cualquier día los quemo. Y santas pascuas.
Pero no me quedaré en casa preparando material, corrigiendo o descansando. Hasta dejaré sin funcionar los cursos del aula virtual. Prohibido estudiar.
Perderé un dinero que nunca llegué a ganar y no me quejaré como los fariseos que se hacen los ofendidos cuando cobran como mínimo 1600 euros. Qué lejos están de la realidad a pesar de estar tratando cada día con chavales. No me puedo imaginar entonces a aquellos grandes capitalistas en sus torres de marfil o en sus hoteles de lujo en el desierto.
No cobraré porque dedicaré el día a otras cosas, principalmente a una: a hacer más fácil la huelga de los demás. Adiós a la tele y a la radio y al súper y a la panadería y a la gasolinera y al estanco y a las tiendas... Los cajeros automáticos y los autobuses pueden esperarme en vano. Igual los camareros. Son muy amables pero ya los veré otro día. El vino no se acaba fácilmente.
Puede que parezca niñería o patochada, pero aún me anima saber que se puede parar y ralentizar la maquinaria perfecta de este reloj universal a punto de estallar.
Les jode. También lo sé, aunque tal vez no tanto como debería si entendieran la verdadera magnitud que supone un quinto, un cuarto o un tercio de los trabajadores que dejan de hacer aquello por lo que les pagan, que suspenden al menos una de las funciones de la farsa.
Será nostálgico pero aún me parece hermoso: dejar de hacer aquello por lo que te pagan. Ahí se queda sin hacer, sin colocar, sin conectar.
Sé también que un día es poco, que si fueran más el asunto cambiaría. No me conformo, pero al menos este día no contéis conmigo. Si os atrevéis, llamad a los tibios. Si no los reconocéis, Pepe Hierro os los señala:
LOS TIBIOS
Lo teníais todo: las almas
Sin dolor, la vida apacible.
Alrededor, los huracanes
Os sabían inconmovibles.
Como torres, os levantabais.
Como chopos de hondas raíces,
Como viejas sabidurías
Que iluminaban los confines.
Aves fuertes de altanería.
Aguiluchos de vuelo firme.
Os despegasteis de la tierra,
Volasteis por los cielos grises.
No llorasteis con los que lloran,
Ni cantasteis con los que cantan,
Ni reísteis con los que ríen.
Nos dejasteis, de cara al cielo,
Frente al signo de lo imposible. [...]

martes, 30 de octubre de 2012

La caridad no es cara

Sabemos que no hay tierra
ni estrellas prometidas.
León Felipe  

   Amancio Ortega ha donado 20 millones de euros a Cáritas. Amancio Ortega, el prohombre nacional, el modelo a seguir por los jóvenes sin rumbo, el ejemplo a estudiar en las modernas escuelas de negocios donde se educan nuestros futuros gobernantes, ese Amancio Ortega, el tercer tipo más rico del mundo, el de los 40.000 millones, batiendo marcas.
   Ahí está su generosidad. No solo comparte su dinero sino también el ejercicio impecable de sus deberes morales. Y qué quieren que les diga: no me sorprende. 
¿Qué iba a hacer con ese dinero? ¿Invertirlo? ¿Gastarlo? ¿De verdad creen que se pueden gastar 20 millones con 76 años? ¿Y 40.000? ¿Para qué quiere alguien 40.000 millones?
   Ya, ya sé que en realidad ese dinero es virtual, que depende de lo que se pague por unas acciones, pero también es virtual el dinero que mucha gente debe a los bancos. O todo en general, si nos ponemos. Entonces, ya que pocas opciones habría de dar uso a un dinero como ese, ¿por qué no utilizarlo para irse ganando el cielo, no vaya a ser que pase algo? No sería la primera vez, ¿verdad?
   Hace tiempo era una práctica muy corriente. ¿Se acuerdan? Había bulas papales que se compraban para quedar eximido de cualquier culpa y así poder mandar el alma a San Pedro con la tranquilidad de que pasaría el control. Incluso, ya puestos, había quien las falsificaba, pues los estafados solo comprobarían el engaño al pasar al otro barrio (si es que lo había).
   Las donaciones, en aquella época, eran los méritos en vida de quienes, como cristianos (todos tenían la obligación de serlo) y por tener la dicha de pertenecer a una clase privilegiada, se compadecían de los miles o millones de menesterosos. La iglesia católica gestionaba estas donaciones, que, incluso a pesar de las corruptelas, servía para atender a una parte de los desclasados y crear novedosos instrumentos financieros como los montes de piedad, los primeros sin ánimo de lucro (aunque ya sabemos cómo acabaron al final las cajas de ahorro o Noos, que supuestamente tampoco lo tenían).
   En aquellos momentos el dinero donado, o las posesiones, no desgravaban sobre la tasa de ningún impuesto, pues se suponía que sus beneficios serían espirituales, lo mismo si se ayudaba a levantar una capilla, a mantener un convento o un hospital. El estado era oficialmente una comunidad cristiana, así que la caridad de sus miembros (nobles y burgueses) era la única política de ayuda social o asistencial existente. Si había pobres era porque dios así lo había querido, pero también porque daba la oportunidad a quienes se enriquecían de llevar a cabo sus buenas obras con ellos y así compensar su desgracia. No había injusticia en ello, era la voluntad de dios, por mucho que contradijera a las escrituras (Mc 10:25).

   Quizá lo que sorprenda es que siga vigente en el mundo actual este concepto de caridad, cuando las leyes llevan al menos dos siglos intentando ocuparse de hacer valer el principio de igualdad entre los hombres y distribuir la riqueza, si bien no en términos igualitarios, al menos de manera justa o proporcional, de modo que ningún ciudadano pueda quedar desamparado.
   Ya, se me olvidaba que esta parte de los derechos humanos o principios constitucionales, etc. suele quedar en agua de borrajas. Pero en teoría los impuestos que paga cada uno deberían servir para atender a quienes no tienen dinero, casa, trabajo, etc. ¿Será que el sistema tributario es tan complicado como le pareció a Lola Flores? ¿O es que no recauda lo suficiente? ¿Es que está obsoleto y no consigue su objetivo de redistribuir los beneficios de unos pocos?
   Son, seguro, preguntas complejas, pero volvamos a lo principal. ¿No es totalmente escandaloso que aún haya quien considere necesaria la caridad o la limosna para sostener la sociedad? ¿Y si además quien así lo hace es el tercer hombre más rico del mundo a través de una fundación que tributa el 10% en el impuesto de sociedades? ¿Y si resulta que, además, desgrava entre 2 y 6 de esos 20 millones en su declaración del IRPF con tan magnánimo gesto?

   Algo no pinta bien cuando las instituciones no son capaces de acabar con la pobreza, tan necesaria en el sistema económico, todo sea dicho. Y, desde luego, algo anda mal en el mundo cuando una sola persona puede disponer de un capital semejante. Salta a la vista. Su conciencia, como la de muchos otros ricachones supuestamente creyentes, no debería estar tranquila, al menos según las palabras que supuestamente dijeron los supuestos enviados de un supuesto dios. Aunque quizá no les preocupe. Para mí que Amancio Ortega ya se ha condenado. Lo tiene muy jodido para escapar del infierno. Y lo sabe. Pena que no exista.

   Desengáñense: la caridad no es cara. Habrá que buscar otra forma de que pague.

San Martín, icono antiguo de caridad, el noble que comparte (Por Miguel Jiménez).

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Las cartas sobre la mesa

   La manifestación que tuvo lugar ayer en el centro de Madrid y la represión policial que quiso dispersarla han vuelto a hacer evidentes cuáles son las circunstancias en que vivimos. Han vuelto, digo, porque ayer realmente no pasó nada nuevo ni averiguamos nada que no conciéramos, salvo el nivel de violencia que el poder está dispuesto a emplear. Visibles, digo, porque las imágenes han llegado a muchos más que las palabras que tanto leemos y escribimos. Para bien y para mal. Así que creo que es buen momento para poner en claro cuál es la situación. Así todos sabrán a qué atenerse y nadie podrá llamarse a engaño.
   Por si alguien lo dudaba, la policía se encargó de recordar que puede atizar aún más porrazos de los que daba e ir mucho más allá de la "fuerza mínima necesaria" del reglamento. Su actuación fue desmedida y escandalosa pero, y esto creo que es importante, sin ningún pudor. Ya admiten que no se identifican aunque sea ilegal, que utilizan infiltrados para provocar actos violentos que excusen las cargas y que pegan porque es jodido que te insulten. Es decir, que vale atizar por la espalda y en el suelo, identificar arbitrariamente, hacer la vida imposible a los periodistas, disparar (balas de goma, de momento) a discreción incluso en una estación de tren, acusar en falso y de delitos muy graves (sedición, traición, conspiración, desacato...) a gente que simplemente se reúne en la calle. Buena muestra de ello hay en los vídeos que se han subido a la red.
   Si lo hacen es porque se lo indican y/o se lo permiten sus jefes, que ahora se jactan, sin rubor ninguno, de que es así como se actúa contra quienes atacan el sistema, aunque su ataque sea de consignas y pancartas. Jefes que tienen una consigna muy clara: amedrentar a quienes pretendan saltarse tanta norma injusta ocupando solares vacíos o que nunca se venderán, reuniéndose en la calle para hacer política, molestando en los controles racistas. Están dejando claro que molestan porque temen que el movimiento social se amplíe, aunque (y esta parece también una consigna muy clara) ejercen una presión brutal sobre Madrid, apenas en las provincias.
   También se acabó el disimulo del gobierno y los cargos políticos, que presumen de actuar según el deber supremo que les marca un ser superior (a veces UE, FMI, BCE, BM y cuantas siglas se quieran). Así que no tienen más remedio que hacer lo que hacen aunque no sepan para qué o vislumbren que aun así no van a mejorar nada. Hasta reconocen lo injusto de sus leyes, las vigentes y las por venir, mientras repiten como un mantra Y si no te gusta, vota dentro de unos años a los otros para que hagan lo mismo. No hace falta argumentar cuánto se parece al Antiguo Régimen.
   Por supuesto, este despotismo implica que las reivindicaciones de cualquier manifestación, protesta o huelga nunca van a ser atendidas, pues cualquier modificación del sistema desde fuera del sistema es considerada un ataque a la democracia. Ni las dos últimas huelgas indefinidas (la minería en ámbito estatal y la educación en Madrid) han conseguido que los gobiernos correspondientes se retracten. Solo ellos, los altos dignatarios de los partidos, reunidos con los grandes empresarios, pueden hacerlo. Eso sí, bajo la premisa de no tocar la estructura de reparto y acumulación del capital.
   Hablando de manifestaciones, hay que reconocer que sigue teniendo un gran valor que grupos pequeños nacidos del 15M sean capaces de convocar a miles de personas sin medios ni carteles ni banderas ni ninguna parafernalia de la que hacen gala partidos y sindicatos subvencionados. Llevan muchos meses trabajando en la calle al margen de cualquier institución u organismo, comiéndose la cabeza y organizando la base de una sociedad que no existía. Aunque sepan que nunca será suficiente y sigan sufriendo desalojos, detenciones y la manipulación de los medios de comunicación. El desencanto los acecha constantemente, pero siguen.
Policías guardando un congreso que nunca fue asaltado. Más fotos aquí.
   Porque, de todas formas, uno de los grandes misterios del prominente estado llamado España es cómo es posible que con los niveles de paro y empobrecimiento actuales no se produzca un movimiento verdaderamente masivo, de millones, que pueda forzar un cambio. Es duro admitirlo, pero la última (o más bien la única) vez que ocurrió algo así fue en 1931. Los estamentos de poder lo tuvieron que solventar con una guerra, pero desde entonces... Desde entonces, nada. Se marchó contra la OTAN y llegó, contra la guerra de Irak y se hizo, contra la reconversión y...
   Tampoco es fácil de entender que la clase low cost (antes conocida como "media") aún no se haya dado cuenta de que el país está arruinado definitivamente y que la deuda de un estado o la pagan ellos o no la paga nadie (opción que aterroriza a los titiriteros del tinglado mundial). No hace falta ser economista para darse cuenta de que si el estado va a gastarse el año que viene 38000 millones de euros para pagar la deuda y sigue pidiendo prestado o rescatado la bola de nieve no va a hacer más que crecer. Que nadie piense que esto se acabará, pues los especuladores ya no pueden negociar con otra cosa que no sea la propia deuda. Siempre fue un círculo vicioso que nadie en el poder se atreve a romper. Van a hinchar el globo hasta que explote otra vez y así sucesivamente...
   Porque el capitalismo ha dejado de disfrazarse. O qué pensaban ¿que alguna vez intentó ser justo, equitativo...? ¡Paparruchas! Quien lo dude puede consultar alguno de los blogs sobre economía de la columna derecha.
   No quiero extenderme más. El desastre es más que evidente y tiene inmensas proporciones. Afecta a los derechos ciudadanos, los servicios públicos, el reparto de la riqueza, la libertad de expresión... Cada uno ha de saber, pues, dónde situarse. Puede decidir seguirle el juego a los propietarios del capital y sus representantes políticos. O no.
   En este sentido, el pliego de condiciones de las manifestaciones de ayer me parece lo suficientemente escueto y contundente: dimisión, convocatoria de elecciones constituyentes y auditoría de la deuda. A estas alturas no se puede pedir menos. Esa es la baza que merece jugarse.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Jugársela o...

"Nadie es tan esclavo como quien se cree libre sin serlo", 
 J. W. Göethe

   "Que se lixe a troika, queremos as nossas vidas" (a la mierda la troika, queremos nuestras vidas) fue el lema de las movilizaciones de ayer en Portugal. Claro que es mucho más políticamente incorrecto de lo que se podría esperar en este país tan aborregado. ¿Por qué? Probablemente porque los portugueses acaban de comprender a quién se enfrentan; ya han apuntado al enemigo, como pasó en Grecia. 

Basta de roubar o povo!
     Por el contrario en España aún no se tiene claro. No hay más que comparar aquel con el lema de la manifestación de Madrid: "¡Vamos! Quieren arruinar el país. ¡Hay que impedirlo!". Más allá de la odiosa sintaxis de este segundo, la diferente intención de los convocantes y de la mayoría de los participantes en cada una resulta patente: mientras el portugués se dirige a quienes controlan efectivamente su economía y, en consecuencia, gobiernan injusta e ilegítimamente, el de los sindicatos timoratos de España parece sacado de un libro de autoayuda. Lo mismo se puede decir de la única reivindicación: que el gobierno convoque un referéndum ¡para que se voten las leyes que ellos mismos han aprobado ya con su mayoría en el congreso! ¿De verdad puede haber un mayor disparate? Además de que el referéndum en cuestión nunca se daría, ¿no es una forma pacata de legitimar a la aristocracia política?
   El resultado de la manifestación, aunque sin carga policial, se acercó mucho al de la que apoyó la huelga de la minería el 11 de julio: envío de autobuses más o menos subvencionados, gritos y discursos protocolarios, mercadotecnia sindical y puntualidad británica a la hora de disolverse, de tal forma que quienes se unieron a la protesta en el llamado "bloque antideuda" (asambleas de barrio, sindicatos no subvencionados y otros colectivos) asistieron, otra vez perplejos, a un verdadero paripé de protesta, como refleja Enrique Flores en sus anotaciones.
   La verdad es que hace un año no parecía tan difícil de asumir una explicación coherente de la situación que provocara una verdadera movilización masiva y, al menos, pusiera en dificultades al gobierno, la UE y su maraña de instituciones y la clase alta. Podía suponerse que a estas alturas estaba claro que los partidos políticos mayoritarios estarían completamente deslegitimados, al igual que los sindicatos que no defendieron a los trabajadores; que la gente comprendería que no había que seguirles el juego a los poderosos, que el sistema capitalista había fracasado estrepitosamente y que, para solucionarlo, había que darle a todo una vuelta como de calcetín.
   Pero, sin embargo, no está pasando nada, como recordé en una entrada anterior: el gobierno cada vez toma medidas más injustas a favor de los dueños del capital y la inexistente clase media es más low cost que nunca y aún suspira "virgencita, virgencita...". El único acto de rebeldía ha sido comprar menos porque... no se puede, mientras el ensayo de sociedad que quería tender a la igualdad, la justicia, etc., se va deshaciendo como la capa de hielo del océano ártico.
   No quiero decir que nadie esté haciendo nada, solo que son pocos, muy pocos quienes verdaderamente están dando guerra a los dirigentes del desastre: hay unos miles de personas en un país de 45 millones que han propuesto movilizaciones mucho más reivindicativas y exigentes (las acampadas, manifestaciones no autorizadas, la próxima iniciativa de "Rodea el Congreso"...), han denunciado controles policiales, impedido desahucios...
   Lo suyo les cuesta, pues ha habido cientos de detenciones y miles de identificaciones y multas desde la primavera pasada, las últimas el sábado y precisamente bajo la consigna de eliminar cualquier referencia a la movilización del 25S, que es la que verdaderamente preocupa a los poderosos y su policía (incluso han identificado a los participantes en la asamblea que la organiza como posibles conspiradores sediciosos). Se la están jugando y, sin embargo, nadie parece entenderlo, tal es la falta de solidaridad.
   Y, de forma muy valiente, unos profesores madrileños se han atrevido a convocar una huelga indefinida sin el apoyo de la corte sindical (UGT, CCOO, STEM, ANPE, etc.) porque saben que con sus métodos no se consigue nada. Hoy no van a empezar el curso en secundaria. Y si estos profesores fueran suficientes, el caos y la presión serían tales que la Comunidad de Madrid tendría obligatoriamente que reconsiderar la situación y retroceder en sus propósitos.
   Este es el ejemplo. O nos la jugamos de alguna manera o puede darse todo por perdido. Lo siento si duele, pero veo mucha más gente resignada que rebelde y muy poca conciencia de la gravedad de lo que está sucediendo. 
   Ojalá las próximas movilizaciones funcionen, reúnan a tantos como para que el resto se replantee su actitud y sirvan de ayuda a otras por venir. Ojalá la huelga que empieza hoy, aunque ignorada por los medios, empiece a cambiar mentalidades asustadas. Ojalá no se recuerden estos años por la desaparición de la solidaridad y la capa de hielo del Ártico. Ojalá, porque no tengo nada claro que escribir esto sea hacer verdaderamente lo que es necesario.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El profesorado, la base del éxito

Ya es septiembre, ya empieza el curso y unos 4500 profesores interinos que trabajamos en Andalucía hemos ido a inscribirnos a las listas del paro. Incluso interinos con muchos años de experiencia, los que creían que nunca llegaría este momento porque el número de alumnos en Andalucía crece año tras año, ya forman parte del número de parados del mes de agosto.
La adjudicación de destinos que se publicó este verano fue un jarro de agua fría. Dejó claro, incluso a los más incrédulos, que la Junta iba a poner en marcha los recortes en educación sin rechistar lo más mínimo. Y eso que después de que formaran gobierno PSOE-IU muchos pensaban que los despidos masivos de interinos no iban a llegar a Andalucía. Y no era para menos, ya que a ambos partidos se les llenaba la boca hablando de la educación de calidad, del aumento de las plantillas, defendían la figura del profesor como pilar fundamental del sistema educativo...


Y a todo esto ¿qué dice IU? Pues a pesar de que en otras comunidades planta cara al recorte de plantillas en educación e incluso apoya la huelga indefinida del próximo septiembre en Madrid, en Andalucía no dice nada. El único requisito que impuso a su socio de gobierno fue la comisión de los ERE pero, ahora, que tarden dos semanas en cubrir una baja y que los niños estén sin profesor, que despida a miles de interinos o que un profesor de francés tenga que enseñar lengua parece que no les importa demasiado. Aunque ellos defendían todo lo contrario antes de las elecciones.

Y parece ser que Rajoy no es el único que no cumple con su programa electoral. Aquí nadie cumple con su programa electoral. Rajoy dice que es culpa de la realidad y Mar Moreno, la consejera de educación, le echa la culpa al gobierno central. El caso es que todos mienten menos en una cosa: los profesores sí somos la base para que el sistema educativo triunfe. Ni los ordenadores, ni las pizarras digitales, ni los libros van a poder sustituir nunca nuestro trabajo.
Este año en Madrid quieren empezar el curso con una huelga indefinida en educación. La experiencia del año anterior les ha hecho ver que esta es la única forma de hacerse oír. Espero que la huelga tenga éxito y que sirva de esperanza para los que acabamos de empezar la lucha.

lunes, 13 de agosto de 2012

Todo está bajo control

   No me canso de repetir que la crisis económica, pese a no haber sido provocada conscientemente por inteligencias sibilinas, está sirviendo a los dueños del capital para imponer unas condiciones a su medida y que favorezcan aún más sus beneficios. Básicamente, lo ocurrido estos últimos años supone que al inflar los precios de determinados bienes (como las casas, por ejemplo) y así generarse un unos enormes agujeros en las cuentas de los ambiciosos prestamistas, son los propietarios del capital restante los que han tomado las riendas.
   Por supuesto, los gobiernos de los estados han aceptado un pacto tácito: a cambio de seguir recibiendo el dinero suficiente para que la rueda siga girando y la máquina no se pare deben reconstruir el sistema económico, social y político del que son responsables para favorecer aún más sus intereses. Y si no, pues ya saben: ni un duro. Cada una de las "reformas" del sistema que se implantan tiene esa intención. No son tan eufemísticas como parecen: cuando hablan de reformar se refieren realmente a hacer cambios en el sistema existente, aunque nunca reconocerán ante los ciudadanos que esos cambios nunca les beneficiarán ni tendrán el valor de negarse a hacer lo que les mandan.
   Los capitalistas, es decir, los grandes propietarios, empresarios e inversores tienen la sartén por el mango. Nunca, en todo este tiempo, han perdido el control, solo que se vieron obligados a ofrecer en ciertos estados, como este, unas contraprestaciones que ahora, sintiéndose imprescindibles, sería estúpido conceder según su principio moral. Toda actividad susceptible de negocio, por ejemplo, debe formar parte de sus dominios. Incluso aquellas con las que no se atrevieron los antiguos y mojigatos capitalistas paternales. Llevan desde entonces tirando de la cuerda, apretando, pero sin ahogar. Sí, amigos, ellos también saben utilizar la moral conservadora y pacata de los refranes.
   Y no llegarán a ahogar a la mayoría. Es importante entender esto: la mayoría de la población seguirá perdiendo, pero no tanto como para quedar destrozada. La máquina puede frenar, pero no pararse, pues todo el sistema económico se hundiría de golpe. Así que el método es sencillo: hay que tirar poco a poco, milímetro a milímetro de la cuerda, sin que nadie perciba en realidad propósitos ni horizontes ni cambios radicales con su situación anterior.
   Evidentemente, también está previsto que algunos protesten, incluso que se quejen bastante, organicen movilizaciones sociales más o menos simbólicas, aparezcan lemas y hasta se pongan en huelga. Ha habido cientos de manifestaciones contra las políticas de los gobiernos, huelgas generales, en educación, sanidad y otros servicios públicos, quejas de colectivos sociales (familias de alumnos y personas dependientes, afectados por hipotecas y estafas...), actos de protesta de todo tipo, aquí y en muchos otros lugares. 
   ¿Y qué ha pasado? Casi nada. Un cambio mínimo en la conciencia de los participantes en muchas de estas movilizaciones. Un principio de unión y organización de pequeños grupos. Un puñado de acciones de éxito llevadas a cabo por muy pocos.
   Demasiado previsible. Ni siquiera una huelga indefinida que ha llegado a los ¡dos meses! sirvió para los trabajadores de la minería. Precisamente su manifestación del 11 de julio fue un triste ejemplo de qué es lo que el poder teme: mientras los sindicalistas protocalarios comenzaban su discurso protocolario la policía se llevó por delante a miles de personas porque algunos estaban tirando petardos y basura al ministerio de industria. Quisieron cortar de raíz cualquier protesta que se saliera del guion, pasando por encima de quien fuera. Lo consiguieron, pues a la hora pactada la zona de la manifestación había quedado desierta, dirigida la dispersión por aquellos sindicalistas que recomendaban "irse a casa".
   La dureza de la represión es directamente proporcional al miedo que inspiran los actos a los poderosos: lo único que no se pueden permitir es perder el control (y si no, ¿cómo se explica que bajando la estadística de delitos se convoquen más plazas de policía?). No soportan que las manifestaciones se salgan del recorrido. Que se paren los trenes. Que se ocupen las calles; las casas. Que se pongan en evidencia controles racistas. Que se colapse un aeropuerto; una autopista. Que se lleven las cosas sin pagar (y lo hagan público). Que un secretario judicial no pueda ejecutar un embargo.
   Para su alivio, de momento estos actos de desobediencia e indisciplina son escasos, la policía los reprime y los medios de comunicación los acallan. Si no fuera así podría llegar el más temido momento: que no supieran a dónde se puede llegar, qué baza jugarse; que alguien tuviera que escapar en helicóptero; que fueran intervenidas cuentas y posesiones.
   Pero para ganarles la mano e invertir el proceso hay que arriesgar, no esperar a tener la jugada perfecta que nunca llegará. Hay que echar un órdago al que casi nadie está dispuesto porque aún siente que en algún momento se puede acabar la mala racha. 
   Desengañémonos. Si el partido sige así, ya sabemos cuál será el final.

sábado, 7 de julio de 2012

Leer. Releer. Desleer.

   Ha acabado el curso. Creo que los resultados han sido más que aceptables, pero no soy un estadista. Tengo la impresión de que la mayoría de los alumnos ha aprendido a hacer cosas interesantes. Y yo también. A pesar de los fallos (numerosos). Creo que llevarse esa sensación es algo más valioso que el porcentaje de aprobados o repetidores.
   Mi profesión me proporciona ciertas satisfacciones difíciles de comprender. Y entre las de este curso ha habido una distinta. Para hacerse una idea, cuando supe que mis alumnos de bachillerato estaban "obligados" a leer el Quijote este curso fue como si a Messi le dijeran lo sentimos pero tendrás que jugar otra vez la final de la Copa de Europa. Así que hemos pasado tres meses entrenando para ese partido y todo indica que hemos jugado bien (el plural es por la cosa del equipo, que se note). Efectivamente, de enero a abril hemos ido poco a poco dando cuenta de los aspectos más interesantes del libro, que poco tienen que ver con las cuestiones filológicas que aparecían en el libro de texto. Y luego los alumnos han tenido un mes más para escribir su Quijote. Y, bueno, no es perfecto, pero aquí está:





   Desde luego, pude haber preparado todo este tinglado apenas echando un nuevo vistazo al libro, o repasando pasajes, o releyendo solo algunos capítulos de capital importancia para los filólogos o, incluso, echando mano de guías didácticas sobradamente conocidas. Al fin y al cabo, se supone que un profesor de Lengua y Literatura es capaz de hablar de libros que no ha leído o de los que apenas recuerda o extraer de un fragmento teorías impresionantes. Pero la tentación era muy grande: leerlo otra vez; enterito. Asegurarme de qué era lo que quería que aprendieran mis alumnos leyendo semejante mamotreto tan poco apetecible a los dieciséis años.
   ¿Y? Pues que la tercera lectura es distinta a las anteriores; que impresiona comprobar en el laboratorio de uno mismo los efectos del tiempo. Y no es que precisamente a la tercera vaya la vencida. Queda la extraña sensación de que se mezcla el recuerdo con lo leído ahora, de que no solo estás leyendo una novela del s. XVII, sino que además estás replanteando las dos novelas exactamente iguales que leíste hace quince años o veinte. Normal que Borges escribiera tantas fábulas sobre el asunto. Así que el resultado, una vez más, es muy distinto al de las lecturas anteriores.
   No quiero teorizar ni proponer nuevas tesis, apenas destacar que sigo encontrando en la novela nuevas ideas, que la voy comprendiendo a cada paso como una obra distinta y, creo, más valiosa aún desde un punto de vista personal, el del lector que disfruta aunque haya estudiado, que se da cuenta de algo que antes pasó por alto y ahora le parece importantísimo, todo un hallazgo.
   Más allá del tema del asno, por ejemplo (imaginad todos esos papeles corriendo por una casa de hace 400 años; cualquiera se habría equivocado), me ha sorprendido lo incoherente que resulta la forma de comportarse de los personajes. Ya sabía, como cualquiera, que don Quijote en la segunda parte se deja querer y mantiene cierta ambigüedad con respecto a las aventuras fingidas que le preparan, pero ¿por qué Sancho critica las visiones de su amo, sus  insensateces y ocurrencias y enseguida se traga la siguiente broma de los duques o recuerda que le deben una ínsula? Si cree que un mago le ha ordenado azotarse ¿por qué no lo hace e incluso lo finge? Sancho también es un personaje ambiguo, mucho. Y desde el principio.
   Evidentemente, estos son errores de primero o segundo de novelista. En cualquier taller le habrían advertido a Cervantes que definiera mejor esos personajes, que no fuera tan errático y delimitara espacio y tiempo y que llevara un cuaderno con los detalles de los capítulos bien anotaditos. Pero resulta que no tuvo consejeros. Cuando seguía las tradiciones era un mediocre, pero, el demonio sabrá por qué, tenía una fantástica intuición. Aquella que lo llevó a escribir un libro casi completamente nuevo, sin guía; a suponer que lo verdaderamente interesante (y anodino a la vez) de su época ocurría en los escenarios más cutres (las ventas) y a los personajes más ridículos, que así no lo serían tanto.
    Y, además, dar a cada paso con el tono adecuado y las palabras justas para hacer que gustara y siga gustando aún más un libro que en su momento no fue más que puro despropósito. Supongo que ahí está el misterio que hace un genio del pobre funcionario lleno de polvo que apestaba a camino y establo y que intentaba llevarse algo en negro. Sin duda Cervantes era un tipo ingenioso, como otros, pero que hizo algo que no hicieron los demás: supo que en esa historia rarísima había algo interesante, que merecía la pena perder muchas horas al lado del candil para probar si era cierto, aunque no supiera dónde iba a llegar. Que a unos chavales de dieciséis o dieciocho les pase algo parecido tanto tiempo después ¿no es emocionante?

lunes, 28 de mayo de 2012

Policías y Periodistas (que nunca estuvieron allí)

TIROS Y OTRAS BARBARIDADES

   El simple hecho de que un policía municipal haga uso de su arma, apuntando a varias personas y disparando al aire en una calle de escasos tres metros de ancho es más que alarmante. La acción tiene su origen en el intento de detención de alguien que estaba vendiendo en la calle sin permiso, tal y como ocurre en multitud de lugares, mercados y mercadillos sobre todo. Evidentemente no parece justo ni proporcionado (palabra muy importante en el reglamento policial) que agentes de paisano persigan denodadamente a esa persona, la fuercen y la apresen, ni menos aún que ante la protesta de quien parece un conocido suyo y otros compañeros los amenacen y apunten por mucho que uno de ellos, uno solo, llegue a golpear al policía con una zapatilla. Como he dicho, es espeluznante y terrible. Pero no quiero quedarme ahí.
   En Lavapiés especialmente, pero en todo el centro de Madrid, las policías (municipal y nacional) llevan años aumentando progresivamente el acoso a sus habitantes mediante desalojos de lugares públicos, redadas racistas o detenciones y controles absolutamente arbitrarios. Está claro que para ellos el centro de Madrid es una plaza fuerte que hay que defender, un símbolo que conquistar a las malas gentes: vecinos, asociaciones, colectivos culturales, inmigrantes que "parecen" ilegales porque son negros o asiáticos o...
   Muchas de sus tácticas son francamente ilegales, pero en todas sus acciones hay una coincidencia fatal: su versión de los hechos, la de sus atestados e informes, llega sin filtro alguno a la mayoría de medios masivos de comunicación, sobre todo portales de noticias y periódicos, tanto digitales como tradicionales, que los publican sin contrastar. A esto se suman, para colmo, las denuncias por agresiones a los propios detenidos y las mentiras flagrantes sobre las causas de su detención, que son las únicas valoradas por los jueces, pues tienen presunción de veracidad.

EL CONTUBERNIO

   Se impone, pues, analizar cuál es la verdadera postura de los medios cuando se producen este tipo de hechos en los que se ve implicada la "fuerza del orden", ya que un buen ejercicio del periodismo se basa en la objetividad a la hora de relatar, el contraste de las fuentes, la investigación de campo... Y precisamente en estos casos de detenciones, identificaciones, manifestaciones, cargas y controles el buen periodismo brilla por su ausencia.
   Y ¿por qué será? Puede servirnos para ello el análisis, muy agudo, que hace Ignacio Ramonet de la agonía del periodismo en estos últimos años (La explosión del periodismo; Clave intelectual, 2011). Resulta que uno de los rasgos del periodismo actual es su falta de crítica al poder, ya que está "en permanente complicidad y consanguinidad con la clase política". El periodismo se ha hecho ritual, previsible e inofensivo y es recompensado por ello. Ha perdido la capacidad de convertirse en un contrapoder. Además, entran en el contubernio lo que él llama las tres P: policía, políticos y periodistas. ¿Una consecuencia? Censura con apariencia democrática (pág. 54). ¿Otra consecuencia? Esas prácticas están haciendo que su credibilidad se hunda, ya que los ciudadanos descubren su pervertido método gracias a otros medios de comunicación menores o alternativos o incluso por mensajes de gente conocida (incluyo una entrevista a Ramonet en el siguiente enlace, a partir del minuto 12 aproximadamente).


 
NUNCA ESTUVIERON ALLÍ

   Pero volvamos ahora al espeluznante caso que nos ocupa, la noticia del mediodía del domingo 27 de mayo. ¿Cómo han reflejado los medios un hecho tan grave e insólito?
   El propio buscador Google de noticias te advierte al realizar la búsqueda que hay varios artículos pero que no merece la pena leerlos porque se parecen demasiado. Aunque, si quieres, pulsas y te los lista todos. La búsqueda daba ayer 12 resultados y hoy, 52, pero mañana serán más. ¿Qué ocurre entonces? Pues que hay muchos medios, sí, muchas maneras de acceder a una misma información. Esta abunda, pero repetida hasta la saciedad. Es lo que Ramonet conoce como "información contaminada" (págs.66-68).
   Y claro, las noticias se parecen porque ningún periodista estuvo allí ni puede contarlo, así que los medios usan todos una misma versión procedente de una agencia, EFE en este caso. Pero ¿de dónde sale la versión de EFE? Pues de "fuentes municipales", es decir, del atestado o informe que los policías elaboraron. De ahí que aparezcan clonadas las noticias de La Razón, El Correo y un largo etcétera. En todas ellas se mencionaba que había un detenido y que los agentes habían sido agredidos.
    Hasta aquí nada extraño, pues los medios suelen publicar como ciertas todas estas transcripciones de los atestados o comunicados de la policía. Nada raro, salvo que El País publicó que fue la Asamblea Popular del barrio la que protestó y agredió a los policías, noticia que ya no aparece obtenida de EFE sino firmada por FJB. Podría suponerse que este medio era el único que cubrió verdaderamente la noticia y obtuvo la información de manera directa. Podríamos pensarlo, hasta que lo contrastamos con las imágenes de la realidad, obtenidas por ABC, de las que deducimos que, evidentemente, FJB no estaba allí:




   Gracias a este vídeo podemos tener una noticia exacta de lo ocurrido, ver la reacción de la persona que intenta agredir al policía porque pierde los nervios o está desesperada y comprobar la presencia de unas cuatro o cinco personas más que los insultan y otro par que pasaban por allí. También se ve cómo el mayor peligro para la policía habría sido llegar a recibir un golpe y la desproporción y nerviosismo con que actuaron.
   Pues bien, aun así las noticias que se pueden leer ahora sobre el suceso intentan desmentir a las imágenes. En La Razón hablan de "decenas de personas de rasgos subsaharianos" que "llegaron en segundos como salidos de debajo de las piedras" (temblad, ciudadanos, son hordas negras), palabras que me abstengo de comentar pues se califican por sí solas.
   En Libertad Digital o Madrid diario se miente descaradamente sobre el vídeo y se habla también de "decenas de personas", así como en El Mundo, que lo relaciona con la ocasión del verano pasado en que los vecinos consiguieron, ocupando la calle, que una redada racista se suspendiera (algo que, evidentemente, no tiene relación alguna), como también hace 20 minutos. Mientras, algún otro intenta elaborar una redacción más detallada y menos servilista, aunque no cita el vídeo del que extrae la foto.
   E incluso después de todo esto, el caso más grave y llamativo sigue siendo el de El País, que publicaba así la noticia firmada por FJB (el hombre que nunca estuvo allí, recordemos):
https://twitter.com/ffynnongarw/status/206865121547526144/photo/1/large
   Vamos, que como ha aparecido en algunos blogs y pequeños medios horas después, el periodista se inventa una agresión de los miembros de la Asamblea Popular del barrio, datos que añade al mismo informe que reproducen sus colegas. Una vez publicado el vídeo en ABC, el hombre que nunca estuvo allí no tuvo más remedio que rectificarla y citar esta nueva fuente. Y ¿a qué se debe esta maniobra? ¿Por qué no conformarse como los demás con publicar sin contrastar la versión policial? ¿Afán de protagonismo? ¿De ganar la mano a los otros? Tal vez sea el exceso de celo de defensor convencido de la ley y el orden, como lo demuestra el hecho de que la policía lo condecorara recientemente por su trabajo al difundir sus actuaciones. Sí, el mismo FJB, Francisco Javier Barroso, el hombre que nunca estuvo en el lugar donde sucedieron las noticias que redacta. ¿No es sospechoso?

NO BASTA

   Sé que he sido prolijo, pero creo que esta vez era necesario para partir de un punto de vista suficientemente documentado. En cualquier caso, debe agradecerse, y mucho, el valor de la persona autora del vídeo difundido, única prueba de lo que realmente ocurrió (ya que cualquier otro testimonio sería desestimado). Es también reflejo de un importante cambio en la información que menciona Ramonet en su ensayo: donde no llega el periodismo tradicional por su cerrazón o incompetencia, su puesto es reemplazado por informantes espontáneos. En los últimos años su papel está haciéndose imprescindible, como el de los medios que sí están realizando la cobertura de hechos de este tipo. 
   Sin embargo, la gravedad de situaciones como esta es imagen de un sistema corrupto e inmoral contra el que no basta que un día, por casualidad, suerte o audacia, pueda desmontarse el entramado de mentiras a partir de un vídeo o una foto que alguien pueda enviar o colgar en la red. Porque ¿pueden consentirse la publicación continua de información no contrastada, la manipulación racista, la imprecisión, la arbitrariedad? ¿Pueden no sentir vergüenza los autores de semejantes despropósitos? ¿Pueden seguir ejerciendo esta profesión? Y los policías, ¿serán sancionados o juzgados por sus mentiras? Y si lo son ¿serán indultados?

sábado, 12 de mayo de 2012

Tomar Madrid

"O povo é quem mais ordena
dentro de ti, ó cidade"
Zeca Afonso
   No solo en términos estratégicos, sino también simbólicos, Madrid ha adquirido una importancia fundamental. Lo ha hecho varias veces en la historia y lo está haciendo ahora. Lo fue el dos de mayo, lo fue en la guerra. En los últimos años, baste recordar, se ha convertido en el símbolo de las infraestructuras modernas construidas a base de deudas enormes, en símbolo de la especulación inmobiliaria y del suelo, en símbolo del aumento de la inmigración (tanto del extranjero como de provincias), de la contaminación desmedida, de la corrupción, de la riqueza, la pobreza, la ostentación, la necesidad.
   Además de ser la mayor ciudad del país, es la ciudad de las élites política, cultural, mediática... Luego todo lo que sucede en ella obtiene una mayor repercusión. Por eso los acontecimientos de hace un año, sobre todo la toma de la plaza de Sol, supusieron un logro fundamental: la visibilidad del trabajo de los colectivos que luchan contra la injusticia, la posibilidad de coordinarlos y la concienciación de una buena porción de ciudadanos que, a pesar de sentirse engañados y ofendidos, no habían buscado o encontrado una forma de rebelión. Lo sucedido en otros lugares no habría sido suficiente.
   Lo que ha ocurrido desde entonces vuelve a subrayar la importancia de lo que sucede en la capital. El poder, sorprendido por la reacción del pueblo, ha ido tomando medidas cada vez más injustas, violentas y denigrantes. La policía se ha lanzado masivamente a aumentar las detenciones, ha extendido su mala costumbre de acusar en falso, ha multiplicado las redadas racistas. Los gobiernos, a su vez, han ninguneado a la población, legislando contra sus programas, protegiendo a las élites, recalificando derechos fundamentales, escamoteando servicios. 
   Todo ello, claro, sobre todo en Madrid, dirigido desde allí, porque piensan que combatiendo a las asambleas populares y a los grupos de acción constituidos, el resto no sobrevivirá. Su estrategia es clara y por eso están atacando como en ninguna otra parte a los ciudadanos. Quieren cortar de raíz cualquier intento de revertir o transformar el sistema. No soportarían perder el laboratorio de sus experimentos, su estandarte.
   Esta es una lucha, cada vez menos disimulada, de quienes detentan el poder en el sistema económico, político y social contra quienes exigen justicia e igualdad. Y Madrid es su centro. Hace tiempo que dejó de ser una cuestión de simpatía. Importa, y mucho, tomar Madrid; reclamarlo para quien vive allí, pero también para los que no, pues lo que pase estos días nos implica a todos.
   Gente de Madrid, gracias por el esfuerzo enorme que habéis hecho y haréis durante este tiempo. El resto también pondrá de su parte, pero, cuidado, que acaba de empezar.


jueves, 10 de mayo de 2012

Manifiesto en defensa de la educación pública

   Unos compañeros me han hecho llegar el texto del siguiente manifiesto. No soy, pues, responsable del texto, pero lo suscribo y ruego, como ellos, su máxima difusión, pues explica la postura de la gran mayoría de los profesionales de la educación ante las actuaciones del gobierno, que no consulta ni propone ni debate ni discute; solo ejecuta unas ideas cuyos objetivos no son coyunturales.

MANIFIESTO
El personal docente, como el resto de los funcionarios públicos del país, ha sufrido una importante merma de ingresos durante estos años de crisis económica. A la rebaja de sueldo sufrida en 2010 y la congelación de dicho sueldo durante los años 2011 y 2012, se ha sumado la subida del IRPF a comienzos de este año 2012. En estos días, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, anuncia nuevos recortes presupuestarios en el Sistema Educativo, que vienen a dar una vuelta de tuerca más sobre las condiciones de trabajo de los docentes y la pérdida de calidad del sistema. Por todo ello, los abajo firmantes, han acordado:

1. Manifestar su sentir general de profundo desacuerdo con las políticas de recortes presupuestarios en el Sistema Educativo. Tanto los recortes de salarios como las medidas de aumento del horario lectivo y de las ratios suponen un grave retroceso en los niveles de calidad alcanzados por el sistema. Tememos, asimismo, que unas medidas de ahorro que se presentan como coyunturales terminen formado parte de la estructura del sistema, haciéndolas difícilmente reversibles.

2. Expresamos nuestro desacuerdo con el incremento del horario lectivo de los profesores. Dos horas lectivas más semanales supondrán que, por cada diez docentes, se reducirá en uno la plantilla de funcionamiento de los centros. Ello conllevará la necesidad de que los profesores/as tengan que impartir materias de dudosa afinidad con su especialidad, provocando una pérdida de calidad de enseñanza. Además, la pérdida de personal docente en los centros, dificultará seriamente -cuando no impedirá- el establecimiento de medidas de atención a la diversidad como desdobles de grupos, oferta de refuerzos pedagógicos y optatividad.

3. Señalamos también que tanto el citado aumento de horas lectivas como la prohibición de cubrir bajas de hasta diez días provocará una disminución inmediata de las plantillas de los centros. Esta disminución de personal afectará, principalmente, al colectivo de profesores interinos, que perderán su actual estabilidad laboral o incluso, en muchos casos, su empleo.

4. Estamos seguros de que la decisión del aumento de las ratios hasta 36 alumnos en Educación Secundaria Obligatoria supondrá, en la práctica, la imposibilidad de arbitrar medidas de atención a la diversidad, además de problemas de espacio físico en las aulas.

5. Nuestra oposición a estas medidas nace del legítimo derecho del colectivo de trabajadores y trabajadoras de la educación publica de defender sus condiciones laborales, empeoradas sustancialmente por causa de todas las medidas citadas. No obstante, queremos dejar claro que no solo nos mueve la defensa de nuestros derechos, sino la convicción de que los recortes que hoy se practican afectarán gravemente a la calidad del Sistema Educativo. En definitiva, serán nuestros alumnos y alumnas los que pagarán, con una merma de sus expectativas de desarrollo personal y profesional futuro, las consecuencias de estas políticas.

6. Un país que no invierte en la educación de sus niños y jóvenes es un país que hipoteca gravemente su futuro. Llamamos la atención de la sociedad sobre este hecho, instando a nuestros conciudadanos a no caer en la trampa demagógica de cargar las culpas del mal estado de las finanzas públicas a los funcionarios y a los docentes en particular. Los profesores no hemos causado, en modo alguno, la crisis, y ésta no se resolverá cargando sobre nuestras espaldas medidas como las aplicadas hasta ahora. Antes al contrario, el dudoso ahorro conseguido a corto plazo supondrá un empobrecimiento futuro de nuestra sociedad.

7. En lo tocante a bachillerato, el hecho de que los centros solo tengan que ofertar obligatoriamente una modalidad en lugar de dos como sucedía hasta ahora, supone igualmente una merma del derecho a la educación, al poder verse obligados a molestos cambios de centro a aquellos alumnos cuyos centros no ofrezcan al menos una alternativa entre bachilleratos científicos o humanísticos, todo ello con el único objetivo de la reducción de unidades y plantillas

8. Por todo ello, instamos a este equipo docente a que suscriba el presente escrito para hacerlo llegar a todos los niveles de la Administración Educativa y se difunda en la Comunidad Educativa y en la sociedad en general.

En Berja, a 23 de abril de 2012.
PD: Es evidente que no basta con manifestar el desacuerdo, sino que es necesario plantear toda clase de movilizaciones que intenten forzar al gobierno a retractarse, tanto desde las organizaciones sindicales, los claustros, las asociaciones de las familias y los alumnos. El esfuerzo vale siempre la pena.
 

martes, 1 de mayo de 2012

Obstinación

"Entonces vino la primavera amiga de los pobres",
José Martí (1886)
   La realidad es obstinada. La historia es obstinada. El dinero es obstinado. Y el poder.
   Como la naturaleza, todas las creaciones humanas han desarrollado una impresionante capacidad de adaptación; lo cual no quiere decir que hayan cambiado, pues mantienen su esencia. ¿Cómo es posible si no que un día como este el recuerdo de las huelgas que hace 126 años reivindicaban la jornada de 8 horas sonrojen a cualquiera? Si existe el progreso, ¿cómo es que no ha servido para evitar la explotación de los demás en todas sus despreciables variantes?
   Tal paradoja solo admite dos respuestas: o el progreso, el cambio y la revolución son, en realidad, imposibles; o aún están muy lejos.
   Así, parece lógico que una gran parte de la humanidad crea que la superación es inalcanzable, que todo está consumado como en una inquietante profecía. Piensan que las formas de explotación y humillación evolucionarán, pero que para salvarse no tendrán más remedio que arrimarse a las faldas de los poderosos, reírles los chistes, agachar la cabeza y confiar en que sus hijos tengan así alguna ventaja en la carrera. Como siempre. Y que tengan suerte, claro.
   Y es que acaban de sufrir el mayor golpe de la historia en su conciencia: esto no tiene por qué ir para mejor. La razón, ella también, es obstinada.
   Sin embargo, hay muchos otros obstinados, incluso cabezotas, que les intentarán convencer de que las cosas no son necesariamente así, pues tienen ideas descabelladas que alterarían su orden inmanente. "Repartamos el trabajo", dicen; "y el dinero", añaden; "suprimamos fronteras y privilegios", proponen; "ayudémonos, que la tierra -concluyen- se utilice en beneficio de todos". 
   Se resisten a admitir que los generadores de la desgracia son inmunes y creen que el resto los apoyará. Lo dicho, cabezotas.


martes, 24 de abril de 2012

Incorrección

   Sí, amigos, sí. La literatura, la política y otros muchos espacios dejaron hace tiempo de estar ocupados por la aristocracia. Pero esto no quiere decir que las cosas hayan ido a mejor. Ahora los responsables son los pequeños burgueses, tal vez la peor subespecie humana. Se han creído coronados como nueva nobleza, pero, evidentemente, no han entendido nada. A esto se dedican. Y a "tragar cantidades de saliva".
   Parra lo sabe. Hace mucho. Por ello resulta tan irónico que hoy el coronado sea él. Y aún más que lo sea en un acto (la entrega del Cervantes) hecho por y para pequeños burgueses, aquellos para los que la incorrección es odiosa (a menos que algún mecanismo permita convertirla en cool y, por tanto, desmontarla). 
   Pero no será así. Es triste ver a tanto cabeza hueca bien vestido elogiando versos que no entiende. Porque si alguna vez se hubieran acercado a su significado, no les habría quedado otra que sonrojarse o salir corriendo. Porque no saben lo que hay debajo.
   Se debe haber reído bastante el viejo con todo esto y una botella de vino, pues ya decía sobre las condecoraciones:

La fortuna no ama a quien la ama:
Esta pequeña hoja de laurel
Ha llegado con años de retraso.
Cuando yo la quería
Para hacerme querer
Por una dama de labios morados
Me fue negada una y otra vez
Y me la dan ahora que estoy viejo.
Ahora que no me sirve de nada.

 Ahora que no me sirve de nada.
Me la arrojan al rostro
Casi
        como
                 una
                        palada
                                   de
                                        tierra...

   Porque la obra de Nicanor Parra, aunque muchos quisieran,  no se puede enterrar. Su vigencia mueve más allá de la rabia, condena a los complacientes. Y si no, comprobad: 

Actuamos como ratas
en circunstancias de que somos dioses
bastaría con abrir un poco las alas
y pareceríamos seres humanos
pero preferimos andar a la rastra

Al parecer no tenemos remedio
Fuimos engendrados y paridos por tigres
Pero nos comportamos como gatos.
 
    Ellos no lo entenderán. A Parra nunca le bastó ser incorrecto. El tajo es más profundo. Mientras, así acabará este pequeño homenaje, como todos:


martes, 17 de abril de 2012

Los profesores que querría tener estarán en paro

A Silvia, Juan, Felipe... y todos los que 
merecen un puesto de trabajo 

 Pasado, presente... 

   He tenido la suerte de conocer dos sistemas educativos de secundaria en un periodo de tiempo relativamente corto: acabé COU en 1996 y en 2005 empecé a dar clases como profesor sustituto. Puedo, por tanto, comparar ambos sistemas: el de la ley de 1970 y la LOE (teniendo en cuenta diversas modificaciones desde los 90); así como los recursos, el personal, las condiciones de los alumnos, los agrupamientos... Puedo asegurar, por propia experiencia y teniendo en cuenta todas las que he conocido hasta ahora, que la educación ha mejorado mucho desde entonces. A pesar de que, desde luego, aún está todo por hacer, como no puede ser de otra manera.
   Y eso que, si tenemos en cuenta el presupuesto dedicado a educación en España, en torno a un 4,5% del PIB, más de un 1% por debajo de Argentina, México, Estados Unidos, Francia, Senegal, Finlandia o Marruecos, una cantidad parecida a la que destinan Portugal o Serbia y un 3% menos que Islandia. La conclusión es clara: la educación le sale relativamente barata a la administración, una quinta parte más que a la mayoría de países similares. 
   Y, sin embargo, importa mucho crear la conciencia de que no es así y ocultar con la estadística del fracaso escolar (cuyo porcentaje estaba por fin empezando a bajar) los logros significativos y aún insuficientes de las últimas dos décadas: escolarización del 100% hasta los 16 años, reducción de alumnos por aula, atención a la diversidad (adaptaciones curriculares, diversificación...), medidas de refuerzo, implantación de bibliotecas escolares, utilización de recursos informáticos (webs, aulas virtuales, blogs, sistemas operativos, programas, internet, pizarras digitales...), formación del profesorado... Y todo por un módico precio.
   Es evidente, pues, que el sistema educativo ha cambiado bajo la intención de servir para el progreso de la sociedad. Y en parte lo ha conseguido. Con aciertos. Con errores. 

...y futuro
 
   Pero hay un problema: se avecina un nuevo cambio que no va a ser para mejor. Sus artífices, simplemente, lo reconocen, lo justifican e incluso un círculo de sabios prominentes vaticina que los cambios no empeorarán la educación. Contra toda lógica académica aseguran que el aumento del número de alumnos por grupo o del número de horas de clase impartidas no perjudica el proceso de enseñanza y aprendizaje. Claro que la enseñanza privada y concertada, una por definición y la otra por falta de exigencia de las administraciones, tienen trabajadores en peores condiciones y un porcentaje mucho menor de casos que necesitan atención más individualizada (dificultades de aprendizaje, emigrantes...)
   Pensemos un momento y preguntémonos. ¿Se atreverían a decir lo mismo de un médico? ¿De verdad se puede atender igual en el mismo espacio y tiempo a 25 personas que a 35? ¿Se puede recibir e informar correctamente a sus familias? ¿Pueden realizarse en las mismas 7 horas y media semanales las tareas correspondientes a un mayor número de clases? ¿Los profesores dan con la misma solvencia asignaturas que no son de su especialidad? ¿Se prepararán materiales y recursos educativos nuevos? ¿Se organizarán excursiones, visitas, conciertos, recitales, concursos o representaciones? ¿Se "socializarán" mejor los alumnos en aulas llenas, que ya tenían problemas de espacio para 30 personas? Una lista más detallada de las consecuencias de las políticas que el gobierno quiere implantar están en esta lista.
   No quiero idealizar la situación, pues en la enseñanza nunca se puede estar satisfecho. Una de las muchas peculiaridades de este trabajo es esta: siempre se puede mejorar; nunca sirve lo que ya está hecho; cada clase es diferente; cada grupo, distinto. 
   Pero sé que no tengo nada que reprochar a la gran mayoría de mis compañeros. Llevo viéndolos trabajar durante más de siete años y os aseguro que se esfuerzan: buscan libros, textos, vídeos; hablan con las familias de sus alumnos; intentan comprenderlos y ayudarles; los llevan a exposiciones y teatros; se preocupan por sus problemas; procuran ser justos, pero comprensivos; organizan concursos, conferencias, viajes, conciertos...; llegan a asumir tareas y papeles para los que nunca los formaron.
   Sé que no lo hacen todo bien. No siempre se movilizan. A veces fallan. Quién no.
   Sé que sus clases son mejores que las que yo recibí. Me gustaría que hubieran sido mis profesores porque habría aprendido mucho más con ellos. Es muy triste que muchos se vayan a quedar en paro. No se lo merecen. Es claramente injusto, habida cuenta que el número de alumnos en el sistema no bajará y serán atendidos en peores condiciones. Pero el resto intentará hacerlo lo mejor posible. Como siempre. Y luchará por ellos y sus alumnos. No lo dudo.

Viñeta de Sansón: http://blogs.elnortedecastilla.es/rafavega/

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...