martes, 24 de abril de 2012

Incorrección

   Sí, amigos, sí. La literatura, la política y otros muchos espacios dejaron hace tiempo de estar ocupados por la aristocracia. Pero esto no quiere decir que las cosas hayan ido a mejor. Ahora los responsables son los pequeños burgueses, tal vez la peor subespecie humana. Se han creído coronados como nueva nobleza, pero, evidentemente, no han entendido nada. A esto se dedican. Y a "tragar cantidades de saliva".
   Parra lo sabe. Hace mucho. Por ello resulta tan irónico que hoy el coronado sea él. Y aún más que lo sea en un acto (la entrega del Cervantes) hecho por y para pequeños burgueses, aquellos para los que la incorrección es odiosa (a menos que algún mecanismo permita convertirla en cool y, por tanto, desmontarla). 
   Pero no será así. Es triste ver a tanto cabeza hueca bien vestido elogiando versos que no entiende. Porque si alguna vez se hubieran acercado a su significado, no les habría quedado otra que sonrojarse o salir corriendo. Porque no saben lo que hay debajo.
   Se debe haber reído bastante el viejo con todo esto y una botella de vino, pues ya decía sobre las condecoraciones:

La fortuna no ama a quien la ama:
Esta pequeña hoja de laurel
Ha llegado con años de retraso.
Cuando yo la quería
Para hacerme querer
Por una dama de labios morados
Me fue negada una y otra vez
Y me la dan ahora que estoy viejo.
Ahora que no me sirve de nada.

 Ahora que no me sirve de nada.
Me la arrojan al rostro
Casi
        como
                 una
                        palada
                                   de
                                        tierra...

   Porque la obra de Nicanor Parra, aunque muchos quisieran,  no se puede enterrar. Su vigencia mueve más allá de la rabia, condena a los complacientes. Y si no, comprobad: 

Actuamos como ratas
en circunstancias de que somos dioses
bastaría con abrir un poco las alas
y pareceríamos seres humanos
pero preferimos andar a la rastra

Al parecer no tenemos remedio
Fuimos engendrados y paridos por tigres
Pero nos comportamos como gatos.
 
    Ellos no lo entenderán. A Parra nunca le bastó ser incorrecto. El tajo es más profundo. Mientras, así acabará este pequeño homenaje, como todos:


martes, 17 de abril de 2012

Los profesores que querría tener estarán en paro

A Silvia, Juan, Felipe... y todos los que 
merecen un puesto de trabajo 

 Pasado, presente... 

   He tenido la suerte de conocer dos sistemas educativos de secundaria en un periodo de tiempo relativamente corto: acabé COU en 1996 y en 2005 empecé a dar clases como profesor sustituto. Puedo, por tanto, comparar ambos sistemas: el de la ley de 1970 y la LOE (teniendo en cuenta diversas modificaciones desde los 90); así como los recursos, el personal, las condiciones de los alumnos, los agrupamientos... Puedo asegurar, por propia experiencia y teniendo en cuenta todas las que he conocido hasta ahora, que la educación ha mejorado mucho desde entonces. A pesar de que, desde luego, aún está todo por hacer, como no puede ser de otra manera.
   Y eso que, si tenemos en cuenta el presupuesto dedicado a educación en España, en torno a un 4,5% del PIB, más de un 1% por debajo de Argentina, México, Estados Unidos, Francia, Senegal, Finlandia o Marruecos, una cantidad parecida a la que destinan Portugal o Serbia y un 3% menos que Islandia. La conclusión es clara: la educación le sale relativamente barata a la administración, una quinta parte más que a la mayoría de países similares. 
   Y, sin embargo, importa mucho crear la conciencia de que no es así y ocultar con la estadística del fracaso escolar (cuyo porcentaje estaba por fin empezando a bajar) los logros significativos y aún insuficientes de las últimas dos décadas: escolarización del 100% hasta los 16 años, reducción de alumnos por aula, atención a la diversidad (adaptaciones curriculares, diversificación...), medidas de refuerzo, implantación de bibliotecas escolares, utilización de recursos informáticos (webs, aulas virtuales, blogs, sistemas operativos, programas, internet, pizarras digitales...), formación del profesorado... Y todo por un módico precio.
   Es evidente, pues, que el sistema educativo ha cambiado bajo la intención de servir para el progreso de la sociedad. Y en parte lo ha conseguido. Con aciertos. Con errores. 

...y futuro
 
   Pero hay un problema: se avecina un nuevo cambio que no va a ser para mejor. Sus artífices, simplemente, lo reconocen, lo justifican e incluso un círculo de sabios prominentes vaticina que los cambios no empeorarán la educación. Contra toda lógica académica aseguran que el aumento del número de alumnos por grupo o del número de horas de clase impartidas no perjudica el proceso de enseñanza y aprendizaje. Claro que la enseñanza privada y concertada, una por definición y la otra por falta de exigencia de las administraciones, tienen trabajadores en peores condiciones y un porcentaje mucho menor de casos que necesitan atención más individualizada (dificultades de aprendizaje, emigrantes...)
   Pensemos un momento y preguntémonos. ¿Se atreverían a decir lo mismo de un médico? ¿De verdad se puede atender igual en el mismo espacio y tiempo a 25 personas que a 35? ¿Se puede recibir e informar correctamente a sus familias? ¿Pueden realizarse en las mismas 7 horas y media semanales las tareas correspondientes a un mayor número de clases? ¿Los profesores dan con la misma solvencia asignaturas que no son de su especialidad? ¿Se prepararán materiales y recursos educativos nuevos? ¿Se organizarán excursiones, visitas, conciertos, recitales, concursos o representaciones? ¿Se "socializarán" mejor los alumnos en aulas llenas, que ya tenían problemas de espacio para 30 personas? Una lista más detallada de las consecuencias de las políticas que el gobierno quiere implantar están en esta lista.
   No quiero idealizar la situación, pues en la enseñanza nunca se puede estar satisfecho. Una de las muchas peculiaridades de este trabajo es esta: siempre se puede mejorar; nunca sirve lo que ya está hecho; cada clase es diferente; cada grupo, distinto. 
   Pero sé que no tengo nada que reprochar a la gran mayoría de mis compañeros. Llevo viéndolos trabajar durante más de siete años y os aseguro que se esfuerzan: buscan libros, textos, vídeos; hablan con las familias de sus alumnos; intentan comprenderlos y ayudarles; los llevan a exposiciones y teatros; se preocupan por sus problemas; procuran ser justos, pero comprensivos; organizan concursos, conferencias, viajes, conciertos...; llegan a asumir tareas y papeles para los que nunca los formaron.
   Sé que no lo hacen todo bien. No siempre se movilizan. A veces fallan. Quién no.
   Sé que sus clases son mejores que las que yo recibí. Me gustaría que hubieran sido mis profesores porque habría aprendido mucho más con ellos. Es muy triste que muchos se vayan a quedar en paro. No se lo merecen. Es claramente injusto, habida cuenta que el número de alumnos en el sistema no bajará y serán atendidos en peores condiciones. Pero el resto intentará hacerlo lo mejor posible. Como siempre. Y luchará por ellos y sus alumnos. No lo dudo.

Viñeta de Sansón: http://blogs.elnortedecastilla.es/rafavega/

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