jueves, 16 de junio de 2011

Un palo entre los radios

   La expresión no es mía. He leído algo parecido en el blog Carnet de paro. Se refiere a que el movimiento 15M está consiguiendo trabar el mecanismo de propaganda que disponen los medios masivos y que tergiversan sitemáticamente la realidad, sobre todo cuando no llega por los canales a los que están acostumbrados y que les sirven directamente en el plato.
   Desde luego no se trata de algo fácil. No hay más que echar un vistazo a los informativos de televisión y los periódicos de los últimos días: los mismos cortes de un ataque a los furgones policiales se repiten hasta la saciedad y no aparece ni siquiera una imagen de una sentada que duró más de doce horas. Por supuesto, no se hace mención al propósito de la movilización y mucho menos a la actuación de la policía secreta infiltrada entre los manifestantes.
   No se puede esperar que los medios masivos den un trato justo y equitativo. Hemos visto ya muchas veces cómo describen las huelgas como actos violentos y sin sentido o cómo desacreditan cualquier movilización en cuanto se producen altercados. Los análisis de los problemas de la sociedad actual son muy superficiales y nunca llegan al fondo del asunto. Nunca se pronuncian contra injusticias que avergonzarían a los grupos de comunicación que los mantienen: la falta de vivienda y la especulación con ella, la pérdida de derechos laborales, la precarización de los servicios públicos, la desigualdad económica que crece en progresión geométrica... Nunca se analizan sus posibles causas ni medidas alternativas a las que proponen PPSOE, BM, FMI, UE, G20 y un largo de etcétera de siglas que representan a la oligarquía de los negocios, la nueva aristocracia que hay que tumbar. 
   Demuestran una gran cobardía con esta actitud, de tal forma que una noticia espeluznante como la visita del presidente del gobierno a Kazajistán acompañado por grandes empresarios se convierte en algo que celebrar. Importa menos que esos empresarios no generen empleo ni riqueza en su propio país, utilicen como comercial al listillo de ZP, que cobra dietas de nuestros impuestos (porra para ver en qué consejo de administración acaba el año que viene), y exploten a los trabajadores de otros por no ser capaces de hacer disminuir sus beneficios (ni hablemos de asumir pérdidas).
   Tampoco está de moda tocar temas sensibles, como la culpabilidad demostrada del presidente de Telefónica en un delito económico (prescrito) o la que se acabará demostrando (también después de haber prescrito; seguro) de Emilio Botín, Carlos Fabra y otro largo etcétera de millonarios. Prefieren que no sepamos, que estemos tranquilos, no vaya a ocurrírsenos cualquier idea descabellada. Como averiguar la verdad y difundirla, por ejemplo.
   Y más aún: ¿alguien ha visto en algún medio nacional información sobre la protesta del domingo contra el pacto del euro o sobre las medidas económicas que ese pacto va a suponer? La búsqueda en Google deja pistas claras: más allá de la información local solo Qué y 20 minutos lo han hecho. Al resto de prensa, radios y televisiones está claro que no les parece un tema interesante.
   Sin embargo, hemos crecido. La gente no es tonta: toma fotos, graba imágenes y edita vídeos. Sabe cómo compartirlos. Escribe mensajes y blogs. Y así consigue llegar a miles de personas. Para convencer al resto ya solo queda la calle. Cualquier persona que no ostente un cargo o no tenga una posición de poder solo dispone de dos medios claros para pronunciarse: un ordenador y la calle. Es ahí donde se puede meter un palo entre los radios para detener la rueda que nos aplasta.
   Va a costar mucho vencer la inercia. Hay que dar pedales hacia atrás hasta romper la cadena. La oportunidad más cercana está aquí mismo. Es este domingo. Yo no me pienso quedar en casa.

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