Sí, amigos, sí. La literatura, la política y otros muchos espacios dejaron hace tiempo de estar ocupados por la aristocracia. Pero esto no quiere decir que las cosas hayan ido a mejor. Ahora los responsables son los pequeños burgueses, tal vez la peor subespecie humana. Se han creído coronados como nueva nobleza, pero, evidentemente, no han entendido nada. A esto se dedican. Y a "tragar cantidades de saliva".
Parra lo sabe. Hace mucho. Por ello resulta tan irónico que hoy el coronado sea él. Y aún más que lo sea en un acto (la entrega del Cervantes) hecho por y para pequeños burgueses, aquellos para los que la incorrección es odiosa (a menos que algún mecanismo permita convertirla en cool y, por tanto, desmontarla).
Pero no será así. Es triste ver a tanto cabeza hueca bien vestido elogiando versos que no entiende. Porque si alguna vez se hubieran acercado a su significado, no les habría quedado otra que sonrojarse o salir corriendo. Porque no saben lo que hay debajo.
Se debe haber reído bastante el viejo con todo esto y una botella de vino, pues ya decía sobre las condecoraciones:
La fortuna no ama a quien la ama:Esta pequeña hoja de laurel
Ha llegado con años de retraso.
Cuando yo la quería
Para hacerme querer
Por una dama de labios morados
Me fue negada una y otra vez
Y me la dan ahora que estoy viejo.
Ahora que no me sirve de nada.
Ahora que no me sirve de nada.
Me la arrojan al rostro
Casi
como
una
palada
de
tierra...
Porque la obra de Nicanor Parra, aunque muchos quisieran, no se puede enterrar. Su vigencia mueve más allá de la rabia, condena a los complacientes. Y si no, comprobad:
Actuamos como ratasen circunstancias de que somos diosesbastaría con abrir un poco las alasy pareceríamos seres humanospero preferimos andar a la rastraAl parecer no tenemos remedioFuimos engendrados y paridos por tigresPero nos comportamos como gatos.
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