lunes, 4 de abril de 2011

Resentidos

   Tomo prestado el que sin duda es uno de los mejores nombres que nunca ha tenido un grupo de rock para referirme a la última novela de Rafael Reig, Todo está perdonado, Premio Tusquets.
   Son resentidos quienes están enojados por algo y, de alguna manera, heridos en su dignidad. En este caso, la "resentida" es una chacha, Rosario Valverde, una criada de las que proliferaron durante la posguerra para servir a la "clase media", solo que en vez de limitarse a actuar como Gracita Morales, desarrolló una peligrosísima conciencia de clase, en parte por herencia familiar. Ella es el personaje que sostiene una trama que no es tan policiaca como parece en un primer momento y de la que ni siquiera Rosario es totalmente protagonista.
   En realidad esta trama consiste básicamente en la historia de una familia ejemplar de las que han dirigido el país desde hace seis o siete décadas, aunque su ejemplaridad se verá trastornada con el cambio de los tiempos, haciendo que algunos de sus miembros tomen caminos imprevistos, salgan rana o desarrollen tremendas insatisfacciones. Así, en un principio pocos días anterior al final, el patriarca de los Gamazo ve cómo llega el fin de su saga en un acto terrorista más bien azaroso y desesperado, fruto precisamente de "la lógica del resentimiento". Sus hijos, finalmente, no han ganado lo que se les prometió.
   Durante la narración se mezclan sin un orden previsto ni proporcional fragmentos de los dos tiempos que la novela recorre: el pasado de siete décadas de los Gamazo (pero sobre todo los años 60 y 70) y la investigación de ese atentado realizada por Carlos Clot durante la Eurocopa de 2008. Para unir estos fragmentos (pues los capítulos son generalmente escenas sueltas) los personajes se repiten, de tal forma que todos los que tienen importancia en la historia actual formaron parte del mismo pasado y, además, deben rendir cuentas con sus errores de entonces, lo que permite cerrar el círculo.
   De esta forma, la novela parece no tener una disposición concreta sino más bien aleatoria. Sin embargo, todos los hechos encajan en una historia que siempre permanece oculta pero es fácil de interpretar y construir para el lector; en la que el fondo de los personajes se revela a partir de momentos muy concretos de sus vidas que los marcan para siempre.
   Pero ¿de dónde ha salido el resentimiento que trastoca la historia íntima y la oficial?
   "Fuera, más allá de la inmensa clase media, sólo había aristocracia decadente y obreros resentidos, príncipes y mendigos, visones y harapos" (pág. 188).
   La cita representa la visión del vencedor, de los Gamazo, es decir, de aquellos que deben disimular cuánto se están beneficiando (ellos, sus clanes y su clase) de una situación injusta como lo fue el marco social, legal y político de la posguerra, para identificarse con una mayoría ideal que, en realidad, no era más que una aspiración de bienestar. Su pecado se diluye cuando se disfraza de mérito propio ante las esperanzas de los de abajo. Como ellos también aspiran a ese nivel de vida, la culpa acabará alcanzando a todos. Y la única forma admitida públicamente para la remisión de semejante falta es el perdón total, colectivo, universal, que propician ciertos acontecimientos reveladores y milagrosos: la transición, las victorias deportivas.
   Reig nos pone en la tesitura de interpretar la última etapa de la historia de España (transición y democracia en los libros de texto) como la época en que una enorme bula hizo borrón y cuenta nueva con los privilegios y las injusticias del pasado, como si el cambio de sistema político supusiera formatear la memoria de todos los implicados. Pero también coloca en ese panorama a alguien que va contra corriente y no acepta el tratado de paz simplista que se firmó entonces.
Del que ganó la guerra al que ganó la paz

   De hecho, cada personaje es una interpretación de esa historia colectiva. Todos tienen una culpa que los persigue y una justificación, aunque los pecados de la sociedad estuvieran ya perdonados. Algunos, incluso, merecen una redención que abra las puertas a un futuro no ya mejor, sino simplemente digno. Ellos son la mejor creación de la novela, aunque pueden añadirse otros méritos que me obligarían a extenderme demasiado. Enumeraré los más destacados:
  • Una versión ficticia de la historia reciente de España que, sin alterar su significado global, ayuda desde la ironía a reflexionar sobre la situación actual y los caminos que han llevado a ella (la adhesión a la OTAN implicó una dependencia política de Estados Unidos y la adopción del inglés como lengua oficial, los problemas de abastecimiento de petróleo hizo que se construyeran inmensos canales, incluso atravesando Madrid...)
  • La mezcla de esta historia ficcional con la historia real y los referentes, personajes y escenarios concretos, sin abundar en detalles innecesarios, ya que son perfectamente reconocibles.
  • A este propósito corresponde la inclusión de textos reales, un contrapunto impagable tanto para los hechos como para su significado.
  • Y, como resultado de esta combinación, varios episodios delirantes, como la conversión general al catolicismo a partir de un mediático milagro de escalada y la celebración de la victoria en la Eurocopa.
   En la práctica lo que ha conseguido Reig es conjugar perfectamente lo satírico, lo simbólico y lo realista, lo individual y lo colectivo. Sin embargo, hay diferencias. Si la ironía del título reivindica la revisión del perdón colectivo posterior a la dictadura, tal vez las culpas individuales merezcan otro final.

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